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La emigración militar: del mercenazgo al servicio extranjero

La fecha de inicio de la contratación militar de suizos en el extranjero sigue siendo difícil de precisar hasta la fecha, pero la presencia de mercenarios valesanos al servicio de los reyes de Francia está atestiguada desde el siglo XIII y ya tiene cierta importancia a finales del siglo XV en el contexto de las guerras de Italia y Borgoña.
La fecha de inicio de la contratación militar de suizos en el extranjero sigue siendo difícil de precisar hasta la fecha, pero la presencia de mercenarios valesanos al servicio de los reyes de Francia está atestiguada desde el siglo XIII y ya tiene cierta importancia a finales del siglo XV en el contexto de las guerras de Italia y Borgoña.

El 10 de marzo de 1500, a menos de un año después de los cantones confederados, el Valais, bajo el episcopado de Mathieu Schiner, firma su primer tratado de alianza con el reinado de Francia:·« Los Valesanos prometen proveer al rey Luis XII, siendo pagados, de hombres armados de su país para ser empleados contra quien sea, sin que el rey deba devolver de la misma manera ».

En ese momento, la participación de los Valesanos en conflictos extranjeros se hacía aún bajo la forma libre de mercenazgo, escapando ampliamente al control de los comandos militares. Es dentro de un contexto de guerra civil valesana, oponiendo el abad a su antiguo aliado Georges Supersaxo, que será creada en Roma en 1505 la Guardia Suiza Pontificia, en la que todavía hoy sirven jóvenes Valesanos. Paralelamente, las autoridades civiles de las Siete Decenas van a continuar acercándose a Francia que ha devenido en un país limítrofe.

Después de la derrota de las tropas confederadas en Marignan, en 1515, el mercenazgo se transforma propiamente en servicio extranjero. La capitulación suiza termina con la firma de la·« Paz perpetua » con los franceses en 1516, luego con la conclusión en 1521 de un tratado de alianza defensiva entre Francia y los cantones suizos, èstos últimos se comprometen a proveer a la primera de un contingente de seis a diez mil hombres para defenderla en caso de ataque. El Valais, siendo cantón aliado de los confederados, se une a este tratado que será renovado ocho veces durante los siglos siguientes, haciendo de Francia el principal aliado de las Siete Decenas hasta la Revolución Francesa. Aunque Francia quedará como el principal reinado al servicio del cual serán enrolados los contingentes valesanos, hay que remarcar igualmente la importancia que ha revestido el servicio de Saboya, así como la presencia de combatientes valesanos al servicio de españa, de la Santa Sede, del Piamonte-Cerdeña, de Nápoles, de Austria, del Santo Imperio o de los Países Bajos.

El servicio extranjero, que constituye una especificación suiza, designada también como « servicio capitulado » será desde entonces formalizado por contratos firmados entre las autoridades valesanas y las monarquías europea, que detallan el número de los soldados a reclutar, así como el equipamiento que les será entregado y la pensión a pagar. Igualmente está precisado que el enrolamiento no puede hacerse más que con un propósito defensivo. Si las tropas cedidas según los términos del contrato son llamadas a servir a potencias extranjeras, ellas lo harán bajo el éjido de su propia justicia y con su propio culto, sus banderas propias y sus propios oficios. Es así que se hablará, por ejemplo, de « regimientos suizos » o de « batallones valesanos » formando una suerte de « armadas dentro de la armada ». Sin embargo, la denominación de estas unidades de combate no debe dejar pensar que estarán compuestas exclusivamente de valesanos o suizos, porque el sistema de los contingentes puede conducir a que el origen de una mayoría de los combatientes sea extranjera al nombre con el cual fue bautizada la tropa.

La creación de esta forma de mercenazgo organizado puede ser considerada a la vez como un instrumento político y como un instrumento comercial. El servicio extranjero sirve primero a los fines diplomáticos y militares, en la medida en que contribuya a la defensa del territorio valesano, asegurándose los corredores que permiten acceder a èl. Sirve por otra parte a los fines estratégicos de las autoridades civiles de las decenas, los patriotas encontraron ahí el modo histórico de asentar su poder en detrimento del poder del abad. Después de la muerte de Schiner en 1522 en Roma, los abades de Sion serán dejados de lado sistemáticamentes de todos los asuntos concernientes al servicio extranjero valesano, en beneficio del gran Gobernador quien será el único legítimo en firmar los futuros acuerdos en la materia. Esta apuesta estratégica toma sentido igualmente mrando los intereses comerciales que están en juego en el servicio extranjero: las alianzas recientemente configuradas traen en efecto cláusulas de naturaleza económica, tales como la libertad de comercio, lo que significa por ejemplo que, garantizando al rey de Francia combatientes efectivos según sus necesidades, los valesanos notables se aseguraban en contrapartida una importación a bajo precio de sal francesa, que hacía falta en el Valais. Cuando Kaspar Stockalper tomó el control del servio extranjero, pondrá mano sobre un asunto lucrativo que prosperó durante un siglo y medio. En 1648 la Dieta, que más tarde se llamará Gran Gobernadorle acordará el monopolio valesano sobre la sal, constituyendo el comercio una de las bases de su fortuna colosal.

Aún cuando las potencias extranjeras no pagaron siempre las sumas debidas contractualmente, el dinero vino bien a las decenas durante los tres siglos y medio que duró el servicio extranjero .Entre los demàs usos que se le dio a ese dinero, puede recalcarse la compra hecha por la Dieta Valesana, gracias a la pensión entregada por el duque de Saboya, de una gruta que servirá para guardar sus archivos. Las pensiones sirvieron igualmente para finarnciar las estadías en Francia de los hijos de los patriotas valesanos que así podían familiarizarse con la lengua y la cultura francesa.

En cuanto a las sumas debidas a los soldados y oficiales, ellas son censadas por el intermediario del oficial superior encargado de reclutar las tropas quien las percibía directamente del monarca extranjero para redistribuirlas luego bajo forma de equipamiento y pensiones. Sin embargo muchas quejas expresaban los oficiales y soldados que nunca fueron pagados, algunas de esas quejas fueron reiteradas en vano por sus herederos. La situación de los soldados al servicio del Piemonte-Cerdeña era emblemática de las desigualdades de trato que sufren los más precarios entre los hombres al servicio del extranjero: enrolados por tres años, muchos de ellos nunca recibieron su pensión, padeciendo de un endeudamiento crónico y de nostalgia, a veces sus padres debían enviarles dinero desde el Valais. Lo que trae como resultado una deserción masiva.

El descontento popular respecto al servicio del extranjero se hace sentir en el Valais igualmente. En 1549, frente a las pensiones no pagadas, que se supone eran acaparadas por los intermediarios, y frente al aumento constante del precio de la sal a pesar de las promesas contrarias, una insurrección se levanta en Lôtschental donde se acusa a las autoridades de las decenas de ser vendedores de carne humana. La renovación de la alianza con Francia es momentáneamente puesto en causa. Al anuncio de su firma, los insurgentes se dirigen hacia Lôeche y Sion, en un episodio que quedará en las memorias con el nombre de « guerra de máscaras ».

No se sabe mucho sobre los motivos que llevaron a los Valesanos a partir temporal o permanentemente para servir a los poderes extranjeros durante ese período. Hay pocas cartas de soldados u oficiales para aclarar esas razones. Queda que su número fue sobreestimado probablemente. Se puede considerar que menos del 1% de los Valesanos de una clase de edad se enrolaron en el extranjero en el período del Antiguo régimen, antes de la llegada de Napoleón. La partida masiva de los hijos de familia pobres aparece como una idea recibida. Existen casos en que los padres escondieron a sus hijos cuando llegaba quien los reclutaba.

Si los soldados y ciertos oficiales aparecen a veces como una moneda de intercambio en una transacción que se hace esencialmente entre nobles, las grandes familias del Alto, pero también del Bajo-Valais han podido encontrar en el servicio extranjero cómo hacerse de fortuna y de carrera. Es el caso particularmente del siglo XVIII, cuando los reyes cesaron de licenciar a los efectivos en el momento que paraba un conflicto y los guardaban a la espera de la próxima movilización. El servicio en el extranjero deviene entonces una forma de emigración permanente, abriendo perspectivas de una carrera prometedora para los hijos de las grandes familias. El más célebre de los regimientos, el de Courten, es un ejemplo en este aspecto. Con una longevidad de más de un siglo, quedó de 1690 a 1792 en manos de una misma familia quien les dio seis coroneles, aunque no haya combatido durante los últimos treinta años y se haya cantonado en una vida de fortaleza. [Manque : Cette longévité le mènera à compter dans ses rangs des Valaisans nés en dehors du canton. De par sa longue histoire, on peut dire que le régiment de Courten a signé à la fois l’apogée et le déclin du service étranger valaisan.]

El servicio en el extranjero declinará a continuación en las guerras contra-revolucionarias. Tendrá un nuevo impulso con la Restauración, sobretodo en 1826 cuando 726 hombres entran en el 3º regimiento suizo al servicio de Nápoles. Más lucrativo, el servicio extranjero se verá trabado por la Constitución Federal de 1848 que prohíbe a los cantones la conclusión de las capitulaciones militares. Su fin será formalmente firmado en 1859 con la prohibición del enrolamiento en los regimientos extranjeros. Algunos combatientes últimos se reencontrarán todavía al servicio de la causa conservadora de Nápoles y de Roma pontificia, a instancias del coronel Eugène Allet, comandante de los zouaves pontificios y de dos generales valesanos al servicio de la Santa Sede: Guillermo de Kalbermatten y Rafael de Courten, jefe de las tropas de Pío IX que él defenderá hasta la toma de Roma por las tropas italianas unidas el 20 de septiembre de 1870. La capitulación de la armada del papa marca el fin del reino temporal de èste fuera de las fronteras de la Santa Sede. A partir de esa fecha, la guardia suiza será la única presente en el Vaticano.

En Suiza, la imagen del servicio en el extranjero permanecerá negativa durante varias décadas, como una página de la historia que se debe dar vuelta en un Estado que se ve moderno y liberal. Sin embargo será rehabilitada a comienzos del siglo XX con el alza de los nacionalismos, deseando ver algunos en la figura del mercenario los valores patrióticos de valentía, lealtad y virilidad que corresponderán a la imagen que buscan dar a Suiza.

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