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Así el fuerte aumento de la tasa de natalidad, en comparación suiza, va probablemente de la mano con un fraccionamiento de las propiedades naturales, fenómeno muy marcado en el Valais que se agrava en cada generación. El cantón sale a duras penas de un período de guerras, que como otros, tuvieron por consecuencia debilitar a los más vulnerables y redistribuir las cartas en beneficio de una nueva clase dominante. De esto resulta una penuria de recurso, un aumento de los precios de los víveres y una fuerte concentración de riquezas. El desarrollo del comercio internacional ve caer los precios internos de los cereales bajo el efecto de la importación. A eso se suma un alza de los impuestos, especialmente de la sal. Se comprende entonces el motivo por el que el endeudamiento es crónico y las expropiaciones frecuentes en el Valais en el que emergen las primeras intenciones de emigración. Pero èsta no es la única válvula a esta asfixia: la ira es amenazante entre los paisanos y los comerciantes del Bajo-Valais. Tanto que a comienzos de los años 1830 el cantón está al borde de la escisión política y de la insurreción popular.
La emigración valesana pudo encontrar un contexto favorable dentro de las transformaciones de naturaleza ideológica e institucional. Como es el caso en otros cantones y países, la revolución de 1798 comenzó en Valais a mover líneas de falla sociales con la aparición de nuevas formas de desigualdad. En particular, el aumento del individualismo y el imperativo de la rentabilidad a favor de una desintegración de la solidaridad de la comunidad tradicional. La emigración pudo tener lugar también como solución expeditiva a ciertas situaciones de precariedad y de exclusión. Los abandonados a su suerte, los delincuentes jóvenes, vueltas de la justicia, madres solteras o aún personas cuya moralidad era juzgada dudosa por el entorno, eran incitadas a dejar el país para establecerse en el extranjero con la esperanza de que no volvieran jamás. Esta práctica, designada a veces como « emigración de desprendimiento », es una forma de emigración forzada. Por razones que se comprenden fácilmente, su importancia numérica es imposible de determinar con precisión. No sólo las familias recurrieron a este método, muchas comunas prefirieron financiar la emigración de individuos que consideban indeseables antes que cubrir la asistencia social que la legislación cantonal les obligaba a asumir desde 1827. Esta estrategia se pondrá en marcha mayormente durante la emigración a Argelia en 1851 y continuará hasta el comienzo del siglo XX, suscitando a menudo la protesta de los Estados de inmigración que tomarán medidas para trabarla. Por su parte, las autoridades cantonales valesanas, quienes se defienden públicamente de favorecer o de apoyar tales métodos, las aplican a menudo también. En efecto, el cantón debe tratar las peticiones de detenidos que, prefieren ser expulsados cruzando el mar a ser encerrados en casas de arresto, piden la conmutación de sus penas de prisión a emigración. Las autoridades a menudo fallarán a favor armonizando sin embargo su decisión con condiciones financieras obligando a los solicitantes a disponer de una suma de dinero suficiente a la emigración. De ello resulta que, a falta de medios, ciertas personas voluntarias a partir se encuentran constreñidas a cumplir su pena en prisión.
Las Constituciones de 1839 y de 1848 no cambian nada. La organización económica y social del Valais, conjuntamente a las condiciones demográficas y naturales poco favorables, hicieron de ella por más de medio siglo una tierra de emigración. La planicie del Ródano, del cual la primera corrección comienza en 1863, es aún ampliamente infértil y regularmente devastada por inundaciones. Tendrán que pasar treinta años para hacerla una zona propicia para una agricultura sostenida. En cuanto a la industrialización, no se generalizará en el Valais hasta la vuelta de los siglos XIX y XX con su lote de trabajadores precarios. En el mismo momento que la balanza migratoria del Valais se invierte: de 1888 a 1910, el cantón conoce por primera vez una inmigración que excederá de aquí en adelante la inmigración internacional, continuando hasta la Primera Guerra Mundial. Ese mismo período ve invertir la balanza comercial, las exportaciones superando a las importaciones, y coincide por otra parte con el vuelo de una emigración interior a Suiza, el desarrollo de ciudades tales como Lausanne y Ginebra ejerciendo una atracción considerable sobre los trabajadores valesanos.
La inversión de la balanza migratoria a la vuelta del siglo se acompaña también de un ajuste de motivos que son el origen de la emigración internacional. Se ve entonces el desarrollo de lo que se designa como una « emigración de estar mejor », que permite a las familias valesanas tentar suerte al otro lado del mar, no tanto para escapar de una pobreza endémica sino para acceder a condiciones materiales más envidiables y a un statut más valorado. Esta causa de emigración jugó sin duda un rol desde las primeras partidas pero probablemente fue subestimada en razón de la imagen peyorativa que le acompañaba y que la hacía inconfesable. Su trato por la prensa valesana lo testifica, siendo particularmente severa con aquello que ella presenta como una deserción de parte de las familias valesanas, de tierras que harían mejor al fertilizarlas y rentabilizarlas. Se dibuja entonces la figura del « pobre bueno», figura cargada de contradiciones cuando se piensa que los más pobres entre los valesanos no disponían probablemente de sumas o bienes para vender para financiar su emigración.
A fines del XIX y comienzos del siglo XX, la emigración de « Estar-mejor » parece ser mucho más aceptada y corresponde, en un cantón donde la relación a la tierra es casi sagrada, a un ideal de acceso a la parcela propia y de èxito económico, que va junto a una perspectiva de ascenso social. Estas aspiraciones individuales fueron posibles por dos fenómenos de amplitud internacional que marcaron las relaciones migratorias y las mentalidades.
Primero, a partir del momento donde la importación de mano de obra extranjera sobrepasa la exportación de mano de obra valesana provista por la emigración de ultramar, los empleos locales juzgados de poco valor, ver degradantes para los trabajadores indígenas son dejados a los trabajadores inmigrantes, como es el caso de los obreros italianos que trabajaron en las fábricas valesanas a partir del fin del siglo XIX y que formaron la base del desarrollo industrial del cantón. Este privilegio económico tendrá por efecto favorecer una emigración valesana fundada más en la elección que en la necesidad.
Segundo, las políticas interiores de los estados de ultramar hacia los cuales se hizo la inmigración valesana y europea han conferido a los blancos un privilegio sobre las poblaciones indígenas locales, ya sean árabes o béreberes en el caso de Argelia, o amerindios en el caso de Argentina y Chile. Por miserables que hayan sido las condiciones de vida – o muerte – en el extranjero de un buen número de emigrantes valesanos, no se podría ocultar la suerte reservada a los pueblos sumisos al poder colonial. Los colonos valesanos, en particular los que fueron a buscarse una situación confortable, también pudieron tener a su servicio domésticos mapuches en Argentina y Chile, y en el caso de Brasil en 1819 el derecho de tener esclavos afro-americanos. Las fuentes históricas son a menudo avaras en detalles sobre la relación con las poblaciones indígenas, pero permite postular que esas relaciones han constituido signos exteriores de la elevación del status social en comparación con la situación que tenían en el Valais.
En una Suiza que aparece como un « país colonial sin colonias » (Le Temps, 25.7.2015), el Valais está lejos de constituir « un mundo aparte » y se encuentra tomado a su manera en los retos internacionales, en particular en la recomposición de las relaciones entre los Estados europeos y sus antiguas colonias de América o en sus nuevas colonias, principalmente en Africa.Esto es verdad tanto para el siglo XX como para el precedente. Dos palabras pueden ilustrar el lugar del Valais en el mundo.en la articulación de los dos fenómenos migratorios – interior y exterior – que son descriptos aquí: « ciudad negra ». Así son designadas a comienzos del siglo XX las barracas de obreros italianos instalados en Naters. Este calificativo hace referencia al nombre dado en esa época a los zoológicos humanos que eran expuestos en los luna parks en Europa y en Suiza. Puede ser útil conservar en la mente que en ese momento, la época no estaba tan lejana de cuando los habitantes de las regiones rurales del Valais eran pintados como salvajes por los viajeros o los médicos extranjeros que estaban de paso.
Referencias
Alexandre CARRON & Christophe CARRON, Nos cousins d’Amérique. Histoire de l’émigration valaisanne en Amérique du Sud au XIXe siècle (2 tomes), Sierre, 1989 et 1990.
Gérald ARLETTAZ, « Les transformations économiques et le développement du Valais, 1850-1914 », dans GROUPE VALAISAN DE SCIENCES HUMAINES (éd.), Développement et mutations du Valais, 1976, p. 9-62.
Gérald ARLETTAZ, « L’évolution du Valais (1815-1839). Aspects politiques, démographiques et économiques », dans Le Valais. De la tradition à la modernité. Formation continue des journalistes de Suisse romande, Lausanne, 1989, p. 3-18.
Eric MAYE, « L’émigration valaisanne en Algérie au XIXe siècle » dans Annales valaisannes, 1997, p. 131-232.
Klaus ANDEREGG, « Ursachen und Anlässe der Walliser Auswanderung im 19. Jahrhundert », dans Valais d'émigration. Cahiers d’ethnologie 2, Sion, 1991, p. 87-123.
Klaus ANDEREGG, « Auswanderung und Delinquenz. Das Abschieden von Walliser Strafgefangenen nach Amerika im dritten Viertel des 19. Jahrhunderts », dans Schweizerisches Archiv für Volkskunde, 80 (1984), p. 183-200.